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Cómo Convertir Objeciones en Dinero para tu Empresa: Del «No» al «¿Y Si?»

Negociación pnl

Imagina esto: estás presentando un proyecto que crees revolucionario. De repente, un colega cruza los brazos y suelta: «Esto es demasiado arriesgado». ¿Contraatacas con datos? ¿Te enredas en explicaciones? La verdad es que las objeciones no son muros, sino puertas entreabiertas. Y con la técnica del Reencuadre de la Programación Neurolingüística —una técnica que transforma críticas en diálogos— puedes cruzar esas puertas con elegancia.

No se trata de negar la preocupación del otro, sino de reorientar su foco mental. Piensa en un jardinero que, en lugar de arrancar las malas hierbas, las convierte en abono. Por ejemplo, si un cliente dice: «No tenemos presupuesto», un «Entiendo que la inversión preocupe, y justo por eso nuestro modelo reduce costos a largo plazo» cambia el juego. No es magia: es redirigir la luz hacia donde antes había sombra.

Además, el reencuadre exige escuchar más allá de las palabras. Cuando un equipo duda —«Esto nunca ha funcionado antes»—, en realidad está pidiendo seguridad. Un líder astuto respondería: «Justo porque el pasado fue complicado, esta vez hemos añadido un plan de contingencia». Es como ofrecer un paraguas cuando alguien menciona la lluvia: no discutes del clima, sino que das herramientas para no mojarse.

Claro, no todas las objeciones son iguales. Un proveedor que teme plazos ajustados necesita certidumbre; un socio que cuestiona la innovación, pruebas tangibles. Aquí, es donde la Programación Neurolingüística brilla: usando palabras como «precisamente» o «por eso mismo», conectas la crítica con la solución. Como una emprendedora, que frente al comentario «Tu app es muy sencilla», respondió: «¡Exacto! La simplicidad es lo que evita errores y acelera la adopción». Transforma un aparente defecto en su eslogan.

Eso sí, el reencuadre no es un truco de ventas. Es una forma de respeto. Cuando alguien dice «No estoy convencido», no está desafiándote: te está dando una oportunidad de profundizar. Imagina a un navegante que, en vez de pelear contra el viento, ajusta las velas para aprovechas la dirección.

Al final, las objeciones son regalos disfrazados. Revelan miedos, dudas o necesidades ocultas. Y es que, cuando aprendes a reencuadrarlas, cada «pero» se convierte en un «qué tal si…». La próxima vez que alguien levante una barrera, ¿verás un callejón sin salida o un atajo que no habías imaginado antes?

¿Listo para dejar de ver las críticas como enemigas y empezar a usarlas como brújulas? El secreto está en entrenarse en cómo escuchar y pivotar. Recuerda que hasta en el «no» más firme puede esconder un «sí» a punto de florecer.