
La hipnosis, a menudo rodeada de mitos y cierta desconfianza, ha empezado a ganar un lugar respetado en el ámbito científico en las últimas décadas. La verdad es que estudios con neuroimágenes han revelado descubrimientos fascinantes. Durante el trance hipnótico, nuestro cerebro no se queda quieto; de hecho, experimenta cambios notables que pueden explicar fenómenos como por ejemplo, la analgesia, esa capacidad de no sentir dolor, la sugestión intensificada y la alteración temporal de nuestra percepción.
Redes cerebrales en reposo y atención focalizada
Las investigaciones realizadas con resonancia magnética funcional (fMRI) han mostrado algo sorprendente: durante la hipnosis, la actividad en la red neuronal por defecto (DMN), que se asocia con la autoconciencia y la divagación mental, se reduce. Imagínate un río cuyas aguas se desvían; esto puede explicar por qué nuestra crítica interna disminuye y nos volvemos más receptivos a sugerencias. Al mismo tiempo, se activan áreas frontoparietales, esas regiones del cerebro que nos ayudan a concentrarnos profundamente en estímulos específicos, como, por ejemplo, la voz tranquilizadora del hipnotizador.
El rol del córtex cingulado anterior
Un estudio evocador realizado en la Universidad de Stanford en 2016 reveló que el córtex cingulado anterior (ACC), esa parte del cerebro que nos ayuda a detectar errores y regular nuestras emociones, incrementa su conectividad con áreas relacionadas con el procesamiento sensorial durante la hipnosis. Esto podría facilitar una especie de disociación entre mente y cuerpo. Piensa en momentos en los que el dolor parece desvanecerse, como cuando estás inmerso en una película emocionante y te olvidas de todo lo demás.
Modulación del tálamo y la percepción
El tálamo, que actúa como la puerta de entrada sensorial al cerebro, parece tener su actividad modulada bajo hipnosis. Este cambio altera cómo interpretamos estímulos externos; por ejemplo, algunas personas pueden percibir olores o sonidos que en realidad no están presentes, mientras que otros pueden ignorar molestias físicas casi sin esfuerzo. Además, se ha observado una sincronización inusual en las ondas cerebrales theta (4-8 Hz), ligadas a estados de creatividad y memoria implícita. Esto sugiere que, bajo hipnosis, podemos acceder a esos recuerdos reprimidos que, de otro modo, permanecerían ocultos.
Aplicaciones terapéuticas y límites
Estos hallazgos abren la puerta a aplicaciones clínicas de la hipnosis, especialmente en el manejo del dolor, la ansiedad y las adicciones. Pero no todos nuestros cerebros responden igual; de hecho, alrededor del 15% de la población presenta una alta hipnotizabilidad, lo que se asocia con una mayor plasticidad en esas redes cerebrales. Es como si algunos tuviéramos un canal de comunicación más fluido con esa parte de nuestro cerebro que facilita el trance.
En conclusión, el trance hipnótico no es un simple «sueño mágico», sino un estado neurobiológico fascinante donde nuestro cerebro prioriza la sugestión sobre el análisis racional. La ciencia, con cada nuevo hallazgo, continúa desentrañando cómo estas dinámicas cerebrales podrían, de maneras inesperadas, revolucionar nuestras terapias psicológicas y médicas. Así que, quizás la próxima vez que pienses en hipnosis, puedas ver más allá de los mitos y encontrar un mundo de posibilidades fascinantes en el interior de tu propio cerebro.

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